El Jurado de la de la Bienal Iberoamericana de Diseño, ha designado el proyecto de Recuperación del Volumen de la Desaparecida Ermita de Santa Catalina en Puente Genil, diseñado por Francisco Gómez de Tejada, para participar en la 8ª Edición que se celebrará en Madrid, del 21 al 25 de noviembre (semana inaugural), organizada por la Fundación Diseño Madrid.

Como proyecto seleccionado para formar parte de la BID22, se exhibirá en la Exposición de la Bienal, será incluido en el catálogo impreso oficial de la Bienal y online, y en la galería de trabajos de la web oficial. El proyecto pasa así a optar a los Premios de esta edición, tanto al correspondiente a su categoría como a los Premios BID, que serán otorgados por un jurado internacional formado por: Katrin Müller-Russo (Alemania), Gustavo Greco (Brasil), Candela Cort (España), Odile Hainaut y Claire Pijoulat (Francia/EEUU) y Alejandro Magallanes (México).

La BID es una de las citas más importantes de promoción del diseño contemporáneo que se realiza en Latinoamérica, España y Portugal. Incluye una exposición de los trabajos presentados, varias exposiciones paralelas de diseño iberoamericano, así como una semana inaugural con un amplio programa de actividades en torno a la disciplina con invitados internacionales y agentes
del sector. Desde el año 2020, esta semana inaugural se realiza de manera híbrida, presencial y online, para todos aquellos que no puedan venir presencialmente tengan su lugar en la misma.

La BID22 se inaugurará en noviembre de este año y permanecerá abierta en la Central de Diseño de Matadero Madrid y en otros lugares emblemáticos de Madrid hasta febrero de 2023. Luego comenzará su recorrido internacional, a través de las itinerancias, que amplifican la difusión de los trabajos seleccionados. Durante toda la semana inaugural (21 al 25 de noviembre) se llevarán a cabo, de manera presencial y por medios digitales, numerosas actividades, en diversos formatos, relacionadas con la Bienal en un extenso programa que abarcará distintos temas de reflexión y talleres prácticos en torno al diseño, destinados tanto para profesionales como para estudiantes y público en general.

La Ermita de Santa Catalina era una de las edificaciones más antiguas de Puente Genil. Una humilde Ermita que dependía de la Parroquia matriz de la Purificación, pero que dio un gran servicio a un barrio como el de las Cantarerías en las épocas más duras y difíciles de la localidad, cuando la peste asolaba la población e hizo de iglesia, hospital y cementerio.

Un edificio del que tenemos poca información gráfica, a excepción de algunas fotografías, pero que si fue bien detallado en los “Apuntes Históricos de la Villa de Puente Genil”, por Antonio Aguilar y Cano y Agustín Pérez de Siles.

La falta de concepción de protección del patrimonio histórico, que llegó a ser hiriente durante algunas décadas del siglo XX, y la necesidad de la Iglesia de deshacerse de algunas de sus propiedades (difíciles de mantener), provocó que la ermita se abandonara durante muchos años a su suerte hasta que finalmente, terminara por ser demolida a principios de la década de los 70.

Con su desaparición, no solo perdimos uno de los edificios más antiguos de nuestra ciudad, sino también, un símbolo de un barrio y un patrimonio artístico que la ermita contenía, que en el mejor de los casos, se dispersó por otras parroquias.

En su lugar, nos quedó una pequeña plaza, bien conservada pero que en ningún caso era capaz de dotar al barrio de la rotundidad, la armonía y la riqueza espacial que confería la Ermita, que se levantaba como un hito reconocible desde tiempo inmemorial.

La idea que propuso el estudio de arquitectura de Francisco Gómez de Tejada, inspirada en el Franklin Court de Filadelfia de los arquitectos Denise Scott Brown y Robert Venturi, era la recuperación del volumen de la Ermita, que entendíamos una solución atractiva, fácil de ejecutar y muy asequible.

La propuesta, promovida por el Ayuntamiento de Puente Genil, consistía levantar la volumetría general del edificio (conseguida después de un estudio histórico del antiguo edificio), a través de una estructura metálica ligera que espacialmente la vuelve a situar en su lugar, devolviéndole al histórico barrio de las Cantarerías la presencia de su elemento más importante a lo largo de los siglos.

Esta solución recuperaba la presencia de la desaparecida Ermita, minimizando en parte el grave agravio que su pérdida supuso a nuestra historia, a nuestro patrimonio y a nuestros descendientes.

La nueva Ermita ha de convertirse de otra vez, en centro focalizador del barrio, al mismo tiempo que su construcción, no interfiere en la función de la actual plaza, que puede seguir usándose por los vecinos, como venía haciéndose hasta la fecha.

El proyecto plantea básicamente la recuperación de la IDENTIDAD de un espacio tan emblemático como “La Barrera”, y se erige como una crítica a la pérdida de tantos edificios históricos que hoy no podemos disfrutar.

A modo de resumen de la intención, hacemos nuestras las palabras del historiador pontanés Javier Villafranca:

“…con la realización del proyecto, la plaza de la Mananta aumentaría significativamente la función para la que fue concebida; y es la de ser punto de reunión y encuentro de los vecinos. Bajo la ermita los mayores podrían mostrar a los más jóvenes cómo estaba ésta distribuida, albergar encuentros y actividades, revitalizar un espacio de convivencia infrautilizado, servir de referencia a los turistas y viajeros que nos visiten, trasladándoles la especial sensibilidad de Puente Genil hacia su cultura, Historia y patrimonio”.

Pueden ver el proyecto completo aquí.

 

 

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