Los Cuarteles de Puente Genil, son una excepcional receta de varios ingredientes, que se ha ido mejorando a través de los años, pasando de abuelos a nietos y llegando a nuestros días con el más puro sabor de la tradición, y al mismo tiempo, moderna y actual.

Una receta con unos ingredientes básicos que, como el salmorejo tan propio de esta tierra, cada uno añade en su medida justa, pero siempre aportándolos todos. Esos ingredientes, que no pueden faltar en ninguno de nuestros Cuarteles, son la tradición, la fe, la hermandad, la cultura y cómo no, también la fiesta.

Es la suma de éstos, la que consigue la pócima mágica que hace que los que llegamos y conocemos las Corporaciones de Puente Genil, nos sintamos desde el minuto cero, atraídos y atrapados en ellas.

Una singularidad antropológica, cultural y social, estudiada por muchos a lo largo de la historia que ha hecho que el influjo de los Cuarteles pontanos vaya mucho más allá de la Cuaresma y la Semana Santa, convirtiéndose en dinamizadores culturales y sociales a lo largo de muchos años y últimamente también en conservadores del patrimonio.

Durante el último cuarto del siglo XX y lo que llevamos del presente, los Cuarteles se convirtieron en máquinas perfectas de gestión y organización, añadiendo a esto la gran capacidad de atracción de personas en torno a ellos. Gracias a esto, el influjo de las Corporaciones Bíblicas, se ha extendido mucho más allá del propio entorno manantero para pasar a formar parte del día a día de la vida social de Puente Genil.

Se han convertido en un potente motor económico, y en muchos casos junto con las Cofradías (a las que mayoritariamente sustentan), han ayudado a desarrollar una importante industria cultural y artística que se extiende más allá de nuestras fronteras.

Todo aquello que socialmente se realiza en Puente Genil, tiene contacto directo, en ambas direcciones, con los Cuarteles. Desde el deporte y la cultura; hasta las grandes fiestas de nuestro pueblo como la Feria, las Cruces, y las Verbenas; pasando por eventos tan arraigados como la Cabalgata de Reyes, la ayuda social de manera activa y la conservación del patrimonio.

No quiero decir por supuesto, que no haya otras asociaciones de diversos tipos que generan y promueven actividades de toda índole y a grandes niveles, pero seguramente nuestras Corporaciones tienen la singularidad de que participan activamente en TODOS y cada uno de los ámbitos locales.

Especialmente, querría focalizar mi escrito en una faceta que, en la que siempre han participado activamente, pero que en los últimos años se han convertido en adalides y promotores: la conservación del patrimonio. Sin obviar el importante papel en la creación y conservación de elementos históricos como pintura, escultura, bordados, o en artes como la música, de la

que la Semana Santa y sus Corporaciones son grandes guardianes, voy a centrarme en el patrimonio arquitectónico.

 

Ya sabemos los problemas que el casco histórico de Puente Genil, nuestro Barrio Bajo, está empezando a tener en cuanto a despoblación. Una despoblación que empezó en la segunda mitad del Siglo XX, si bien a finales del mismo fue cuando con la desaparición del tejido comercial de proximidad, se hizo mucho más acuciante.

 

El boom de la construcción provocó el crecimiento de la ciudad por el lado opuesto y cada vez el centro neurálgico se fue alejando del casco. Todo ello, sumado a la singularidad de los solares y casas antiguas y la propiedad de los mismos, en manos de muchos propietarios, ha provocado que las casas que quedan en pie (cada vez menos), estén abandonadas a su suerte y condenadas a la más absoluta de las ruinas.

 

En ese contexto, ha surgido la figura del Cuartel que, con una profunda conciencia de respeto a la tradición, está aportando su granito de arena no sólo en la conservación de las tipologías autóctonas locales de edificación, sino también de sus sistemas constructivos y de sus materiales.

En los últimos años, son muchas las Corporaciones que aprovechando ese músculo económico que son capaces de generar, han comprado casas en ruinas y las han recuperado histórica y arquitectónicamente.

 

Recientes intervenciones como las de La Lanza, El Prendimiento y Las Llagas, u otras más antiguas como las de La Espina, El Arca de la Alianza, Las Sectas o Los Apóstoles, han conservado o reconstruido edificios singulares, con el más puro sabor de la arquitectura pontanesa de finales del XIX y principios del XX, respetando sus sistemas constructivos, los materiales y la esencia de los edificios.

Calles como Santos, Pósito, Postigos o Guerrero, con un gran sabor cuartelero, han visto un renacer arquitectónico y urbano gracias a las Corporaciones vecinas, que han devuelto la vida a unos entornos de los que los residentes habían huido hace tiempo. Recientemente una Calle Aguilar en declive, otrora eje comercial de la ciudad, está siendo recuperada por el fenómeno del Cuartel, recuperando alguna de sus casas históricas. Todo el casco histórico, de punta a punta, está lleno de ejemplos que cosen arquitectónica y patrimonialmente las heridas que la despoblación y el cambio de vida de las personas a la hora de usar los edificios, han producido.

Y todo ello sin un euro de dinero público, desde la más pura gestión interna y con la aportación de todos los hermanos que hacen suyo este compromiso que redunda en beneficio de la sociedad pontana.

Puente Genil, su cultura y su patrimonio, necesitan de la colaboración y el compromiso de todos, empezando por nuestra clase política, continuando por las empresas y los colectivos sociales y terminando en todos y cada uno de los ciudadanos de a pie que vivimos y amamos nuestro pueblo. Sabedores de que la cultura y el patrimonio son la herencia de nuestros mayores, nos definen como pueblo y son un legado que forzosamente hemos de transmitir a las generaciones venideras, de la misma forma, con el mismo cariño y con la misma eficacia, que se hace de padres a hijos, de abuelos a nietos, en los Cuarteles de Puente Genil.

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